14 diciembre 2006

Rafael Luviano

Violencia es sembrar miedo y represión


Un mensaje para sembrar temor, incertidumbre y dar un golpe espectacular llevaron a la detención de dirigentes oaxaqueños, entre ellos Flavio y Horacio Sosa Villavicencio y otras decenas de activistas, con objeto de reprimir y dar la imagen de mano dura, cuando se disponían a negociar. Desafortunadamente, el conflicto de Oaxaca lleva casi siete meses y, a pesar de todo, no hay visos de solución. Todo esto ha puesto al país en jaque.

Por esto y mucho más, México está en alerta. Padece severas amenazas. A dos semanas de la accidentada toma de protesta de un presidente al que un buen porcentaje de la población califica de espurio. Por tanto, como Salinas en el 89, Calderón trata de quitarse la carga de ilegalidad y trampa de la que se valió para llegar al poder, con golpes espectaculares, como esta detención, es decir, criminalizando la lucha social y a través de operativos como el de Michoacán, en el que moviliza a más de cinco mil soldados.

Está claro que el panorama en cuanto a la inseguridad es fatal. Que Vicente Fox dejó el país hecho trizas. Simplemente en lo que va del año, al menos 250 elementos policíacos, federales y locales, han muerto por la guerra desatada entre los distintos carteles de la droga. Este escenario deja también, durante este trágico 2006 que finaliza, más de 2 mil ejecuciones y hay ciudades que viven casi estados de sitio, por la extrema violencia que padecen: Ciudad Juárez, Tijuana, Guadalajara, Culiacán y otras donde se realizan, como actividades cotidianas, secuestros, asaltos, venta de todo tipo de drogas. Aunado a esto el desempleo se agudiza y las condiciones de los trabajadores se deterioran. Un millón de personas se suma anualmente al mercado sin encontrar una plaza laboral. Esto rebasa, por mucho, el esfuerzo de las autoridades federales, estatales, pero sobre todo, al presidente del empleo.

Frente a este reto, porque sabe que le costará legitimarse, sigue los pasos de un ex presidente que cuando entró dio estos latigazos de fuerza, casi espectaculares, como destituir a un líder magisterial, meter a la cárcel al principal cacique sindical de los petroleros y a uno de los dueños del dinero, propietario de una casa de bolsa. Ahora, Calderón pretende seguir los mismos pasos, hasta mal copiando las propuestas de la oposición, con la rebaja de los salarios de los mandos medios y altos, hasta en un 10 por ciento. Situación bastante demagógica, pues en otros países en donde esto ha ocurrido, como en Gran Bretaña, con Tony Blair, la reducción de su ingreso fue de un 40 por ciento.

El caótico escenario del país no se reduce a todo esto, pues además de los casos de Oaxaca, Atenco, la guerra postelectoral –que no ha terminado o apenas empieza-, Michoacán, los cárteles del narco, los otros grupos de delincuencia organizada, los problemas laborales, campesinos y sociales, han desplegado un peligroso cóctel, aunado al deterioro de las condiciones de los trabajadores y a un mercado laboral también en crisis.

Pero regresando al tema Oaxaca que, a pesar de las detenciones, sigue siendo uno de los principales problemas generadores de violencia, pues el gobierno de Fox no lo pudo resolver debido a varios factores: permitir que Elba Esther metiera sus manos y luego otros políticos. Luego no hacerlo para no perder votos el 2 de julio, además de dejar transcurrir el tiempo con toda intención para que el inepto de Ulises se hiciera bolas y después haciendo como que hacía pero no resolviendo nada. Ahora, Calderón retoma la estafeta con la intención de sembrar la coartada de la represión que ya estamos viendo en contra de los líderes conspiradores, a los que algunos medios han erigido como enemigos públicos número uno, según las voces oficiales. Manejados por merolicos como agitadores profesionales que osan alterar el orden y la paz públicas.

Lo más lamentable, en este escenario donde violencia también es sembrar represión, es que Flavio Sosa fue aprehendido luego de ofrecer una conferencia de prensa en la colonia Roma. Horas antes acudiría a su primera reunión con el secretario de gobernación Francisco, Javier Ramírez Acuña. De forma insidiosa, los dirigentes de la APPO fueron invitados a una mesa de negociación y les garantizaron que no serian aprehendidos. Aquel lunes fueron detenidos y fichados inmediatamente con pase directo a un penal de alta seguridad (sin haber sido acusados de delitos federales) con una urgencia que nunca se había visto en nuestra heroica "justicia mexicana". Para muchos, a partir de ahí, no se podrá confiar en un gobierno que traiciona y no cumple su palabra. Las fuentes dicen que no toman en cuenta a quien aprehendieron, sino la acción de cómo lo hicieron. Sólo Hitler encarcelaba a sus interlocutores cuando los invitaba a negociar.

El país está a punto de arder y le echan mas leña al fuego. Calderón inauguró su mandato con un llamado al diálogo (“Dialogaré con quien esté dispuesto a dialogar y construiré con quien quiera construir”), pero la policía reprime cuando los líderes de la APPO se disponían a negociar en busca de una solución pacífica al conflicto en Oaxaca. Parece que no dudará en usar la violencia, que ha dejado de ser monopolio del Estado, para sustentar una gestión que adolece de legitimidad.

*Analista político