22 noviembre 2006

Ernesto Partida Pedroza

Un llamado a la grandeza de los perredistas


"Todo luchador social
tiene sus límites y sus riesgos,
López Obrador parece no conocerlos"
EPP

Es lamentable que no haya una voz con el suficiente peso moral que impacte a al grupo de perredistas que se obstinan en impedir que Felipe Calderón proteste como presidente de la república.

En este momento recuerdo las palabra de Guillermo Prieto que detuvieron las balas que estuvieron a punto de ser disparadas contra Benito Juárez o las palabras del Rey Juan Carlos de España que detuvo el golpe de estado en España, ¿Qué voz como esas ahora en México?

¿Qué voz podría ser tan respetada a tal grado que los legisladores del PRD le hagan caso de no impedir que Felipe Calderón tome posición como presidente de México?

Por desgracia no hay un político, un empresario, un miembro destacado de la iglesia, un intelectual ni de un periodista que tenga la capacidad de hacer un llamado a la grandeza de los perredistas y que le hagan caso.

Todos estos personajes son cuestionados de una u otra forma, lo cual les quita autoridad moral para hacer ese llamado.

Sin embargo, no creo que entre los 105 millones de habitantes no exista alguien que tenga la capacidad y la fuerza moral para hacer el llamado a quienes pretenden impedir que se cumpla el mandato constitucional de la toma de protesta del presidente electo Felipe Calderón.

López Obrador, el excandidato perdedor encabeza este movimiento de “resistencia pacifica” y es él mismo que no da la cara ante los medios de comunicación y al mismo tiempo se queja de padecer un cerco informativo, pero eso sí, manda a sus incondicionales para hacerle frente a los cuestionamientos de los medios de comunicación.

Por desgracia, estos solo justifican una y otra vez lo que van hacer sin que haya de por medio un razonamiento en función de los beneficios que sus acciones traerán para el país.

México tiene grandes problemas de inseguridad, de pobreza extrema, de impunidad, de narcotráfico, de corrupción y de muchos otros sobre los cuales todos los mexicanos estamos obligados a trabajar para que esos problemas desaparezcan, en especial los diputados y los senadores, pero estos están mas ocupados en luchar para que su candidato perdedor satisfaga de alguna manera su frustración de no haber llegado a la presidencia de le república.

Los diputados y senadores de todos los partidos fueron elegidos para servir al país, no para servir a un personaje.

Los perredistas alegan que hubo fraude, no tenemos la certeza absoluta de nada, solo quienes estuvieron ahí podrían algún día decirlo, pero la elección fue aprobada por todas las instituciones.

Ciertamente no tenemos unas instituciones perfectas, pero es lo único que tenemos y deberemos trabajar sobre lo que tenemos.

No hacerle caso a las instituciones daría lugar a que surgieran caudillos por doquier y la crisis sería un retroceso a los tiempos de la revolución mexicana y creo que nadie desearía eso.

Los perredistas fueron parte en la formulación de las reglas de las instituciones con las cuales ellos jugaron, una vez que perdieron las cuestionaron y desde entonces han dicho “al diablo con las instituciones”, pero no han dejado de vivir de ellas.

La bandera del excandidato perdedor fue la de los pobres, pero con las acciones de los legisladores del PRD no se les ayuda a lo más mínimo a estos.

Muchos de los que votaron por López Obrador, no lo volverían hacer por las acciones de “resistencia pacifica” que implementó con el plantón, por la perdida de empleos que produjo y por todas las declaraciones que ha hecho y por no aceptar que perdió, muy a pesar que se le pregunto una y otra vez antes de la elección si respetaría el resultado y él una y otra vez dijo que las respetaría agregando: “En la democracia se gana o se pierde”, pero en la realidad él no supo perder.

Todo lo que se dijo de López Obrador en cuanto al peligro que representaba para México se ha ido confirmando con sus acciones de “resistencia pacifica”.

Fueron muchos libros que se escribieron alertando a la población del personaje, pero como somos un pueblo que no lee, no se enteró y por lo mismo estuvo a punto de llegar a la presidencia por un escaso margen.

Los pobres a los que dice defender no merecen que se luche por el poder por el poder mismo.

Si de verdad estuviera preocupado por los pobres y tuviera realmente la grandeza de un estadista, hubiera reconocido la derrota y ya estuviera trabajando en la construcción de los puentes para transitar hacia riqueza de este país desde la oposición.

La triste realidad es que solo persigue hacerse del poder a cualquier costo, tanto es así que se ha auto elegido “El presidente legitimo”.

No le ha importado dividir al país con tal de lograr su sueño de ser presidente, no le importa la imagen internacional que se dará al mundo el próximo 1 de diciembre cuando traten de impedir que Felipe Calderón proteste como presidente de la república, nada de eso le importa.

¿Todavía hay duda de que a nuestro personaje se le cruzaron los cables?

No podemos esperar que tome nuevamente el camino de la razón, pero si es preocupante que haya todavía legisladores de su partido que lo sigan incondicionalmente, es preocupante que alcen el puño de una mano derecha en señal de protesta y extiendan la otra mano para recibir el pago de la instituciones a las que critican.

Todavía no pierdo las esperanzas de que haya una voz que se levante y ponga las cosas en su lugar y que cada quien tome la responsabilidad que le corresponde.

México, en especial los pobres de este país, no se merecen los pleitos entre los personajes que luchan solo por el poder.

Toda lucha implica sacrificios, todos deberíamos estar dispuestos a asumirlos.

Ojalá haya un personaje a quien los medios de comunicación le de voz para que se detenga lo que los legisladores pretenden hacer.

De no suceder lo deseable, cada quien pagara los costos de esta aventura.

ernestopp1@yahoo.com.mx

www.eleducador.com.mx

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Nació en Sombrerete, Zacatecas. Estudió un año en la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM; 5 años de medicina homeopática en el Instituto Politécnico Nacional, después la licenciatura de Periodismo en la escuela Carlos Septién García y posteriormente, la maestría de Didáctica y Conciencia Histórica en la Universidad de la Ciudad de México.
Ha colaborado para El Sol de México, El Economista, el Noroeste de Culiacán, El Debate de Culiacán y el diario Imagen de la Ciudad de México.
Obtuvo mención honorífica en el concurso nacional de periodismo del Club de Periodistas de México, por el artículo de fondo sobre “Los periodistas del futuro”.
Es autor de los libros: “El perfil del periodismo para el nuevo milenio”, “Decálogos hacia un nuevo México”, y “Déjennos soñar”.